La celebración eucarística, fue concelebrada por el Administrador Parroquial, padre Pedro Kliegel Still; el Vicario General, padre Cristian Cárdenas Aguilar y el padre Walther González Igor, párroco de la parroquia San Agustín de Puerto Octay. También apoyó en el servicio del Altar el diácono Miguel Rodríguez Rosas y el seminarista José Manuel Rozas.

En la ocasión, también estuvieron presentes, el alcalde Sebastián Cruzat Cárcamo, y algunas otras autoridades civiles y uniformadas de la comuna, además de las Hermanas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, y la comunidad parroquial que, junto al coro, acompañaron con el canto cada momento de la celebración.

Después de la liturgia de la Palabra y la homilía del obispo, fueron presentadas las ofrendas, donde la guía anunció la bandera de Río Negro, en representación del quehacer de toda la comuna. Libros con la historia de la parroquia escritos por los párrocos anteriores. Fotos de familias, como representación de todas las familias de la comuna que están bajo el amparo de sus santos patronos. Productos de la zona, como reflejo del trabajo de campesinos, agricultores y artesanos de Río Negro, y el Pan y el Vino que luego de su Consagración fueron el Cuerpo y la Sangre del Señor.

Mensaje del Obispo

En su homilía Monseñor Carlos expresó la alegría de celebrar junto a dicha comunidad, y luego de su saludo reflexionó en torno al evangelio del día Mt 4, 18-22, y dijo que del seguimiento de los cuatro primeros discípulos que Cristo llamó para comenzar su obra, se inició el movimiento de los seguidores de Jesús, la Iglesia, de todo “y el Señor nos sigue llamando a todos nosotros, llama también a esta comunidad a ser testigos del Resucitado en medio del mundo”.

Aseguró también que es fundamental que “ante todo somos seguidores del Señor, esta es la primera realidad del discipulado: el discípulo es llamado por el Señor. Esto significa que la fe cristiana no es solo adhesión doctrinal o ideológica, es ante todo adhesión a una persona que nos llama y nos envía; y esa persona es el Señor”.

“Esto implica vivir su estilo de vida, hacer nuestras sus opciones y colaborar con el proyecto del Reino cargando con su cruz, y así cumplir su misma suerte” explicó el obispo y añadió: “cuando el cristiano comienza a hacerse consciente de esto, le resulta mucho más intensa su respuesta al llamado del Señor: Sígueme”.

Entonces, continuó el obispo de la Diócesis de Osorno, “el desafío es renovar permanentemente la adhesión a Jesucristo, y esto nos preserva de caer en la tentación de vivir un cristianismo ideologizado que se queda solo en las ideas, y también en las propias creencias u opiniones. Renovar la adhesión a su persona implica siempre estar bebiendo de la fuente de la revelación, principalmente de la Palabra de Dios, y particularmente el Evangelio”.

“Una comunidad que reza con el Evangelio está más atenta a vivir los valores que se desprenden de Él, vive menos ensimismada, menos centrada en sí misma, menos centrada en el cultivo de su imagen o en el qué dirán. Una comunidad que vive del Evangelio vive más apartada de la maledicencia, de la división y el egoísmo, es más servidora, solidaria, es más atenta a los signos de los tiempos, unida, que reza y celebra a su Señor, es una comunidad alegre y viva”, enfatizó.

También pidió al Señor que la parroquia Sagrada Familia de Río Negro, “ante todo, pueda seguir siendo una comunidad servidora de la Palabra de Dios, solidaria con sus hermanos, especialmente con los que más sufren, con los más pobres, y pueda seguir siendo luz en este lugar, en que se requiere de tanta esperanza, de tanta fortaleza, sobre todo ante las dificultades. Pidámosle a la Virgen María, ella si que supo ser servidora, alegre, misionera, testigo de la Palabra de su Hijo Jesús”.

Añadió que la primera concepción en María es en su corazón, “cuando adhiere a la Palabra de Dios y es capaz de traducirla en obras concretas de servicio y atención a los demás, particularmente a su prima Santa Isabel, y lo pedimos para nuestra comunidad, lo pedimos para nuestra Iglesia de Osorno, para todas nuestras comunidades; convertirnos en comunidades alegres, testigos de la esperanza, confiando también en que el Señor nos llama y nos vuelve a llamar a ser su Iglesia, suyos, para Él, y construyendo el Reino de Dios, y también su justicia. Muchas felicidades”.