La pronta solución científica para la erradicación del Coronavirus en la humanidad, los enfermos, especialmente quienes sufren a causa de esta pandemia, el bienestar de la familia, fueron algunas de las intensiones que el sacerdote diocesano puso en manos del Señor en la Santa Misa, transmitida a través del Facebook de la parroquia.

En su mensaje, el padre Juan aseguró que los textos de hoy (Hch 2, 42-47; Sal 117, 2-4. 13-15. 22-24; 1 Pe 1, 3-9 y Jn 20.19-31) “sin dudas son un regalo del Señor para nosotros en esta hora histórica para nuestra vida. Aquí uno se da cuenta cómo se hace actual la Sagrada Escritura en los momentos precisos, en los momentos más duros de nuestra vida, y ahí está Dios con nosotros, como una carta de amor empujándonos a la vida”.

Centrarnos hoy en el apóstol Tomás “nos hace reflexionar sobre nuestras actitudes, sobre el peso de nuestra fe, sin embargo, este tiempo Pascual no es sólo para concentrarnos sólo en nuestras vidas, sino para levantar la mirada y ver al Cristo de la Cruz, quien murió por cada uno de nosotros y está Resucitado. No podemos dejar de ver su presencia, ni dejar de escuchar sus palabras en cada momento de la vida”, agregó el presbítero.

También explicó que “Lo primero que Jesús ofrece a sus atemorizados discípulos es un mensaje de paz”, y que bueno que ese saludo del Señor, también se actualice hoy para todos nosotros “en estos momentos de turbulencia sanitaria. Es bueno que nos diga: la paz está contigo, a ti y a mí, y ojalá podamos hacer lo mismo con los amigos y familiares a través de las plataformas que tengamos a la mano”.

No obstante, continuó el padre, Jesús también da un segundo paso: anunciar el Reino de Dios. “el Señor no sólo le da la paz para que se queden felices con ella y encerrados, la paz no es regalo que se mete en una caja fuerte; sino que también los envió a predicar y dar la paz en su nombre, por eso nosotros desde nuestras casas podemos hacer estos gestos con los más cercanos y con los contactos que tengamos en los celulares”.

“Ser cristianos es volverse a los hermanos, cercanos o lejanos, y regalarles la mirada con que nos mira Jesús, la fe y la experiencia de habernos encontrado con el Resucitado, porque esa experiencia personal, no es nunca algo que nos deje igual que antes. La fe nos cambia, nos transforma, nos obliga a salir de nosotros mismos y a comunicar a otros lo que vivimos, y nos lleva a reconocer a los otros como familiares como hermanos y hermanas”, enfatizó.

Finalmente, el padre Juan Aros dijo: “Amada familia, un afectuoso saludo desde esta pequeñita capilla, desde la cual nos hemos ido uniendo semanalmente. Ojalá pronto la humanidad pueda volver a su diario vivir”, y agregó que mientras tanto “les invito a aprovechar este tiempo en la familia y a animar a los amigos. En este tiempo de cuarentena compartamos nuestra fe con los demás, desde donde nos encontremos y hagamos de nuestro hogar, un lugar de luz”.